Estrecho de Magallanes
Ayer, cuando Ushuaia aún dormía, tomamos un autobús hacia la ciudad de Punta Arenas en Chile. Sería un viaje de doce horas atravesando toda Tierra del Fuego, dejando atrás las cumbres nevadas del Beagle, por unas planicies desoladas, tundras vacías y bajo nubes veloces. Un viento seco y frío asolaba el camino con rachas violentas. Ovejas, ovejas y más ovejas y algún gaucho a caballo llevando un rebaño de bueyes en las solitarias estancias que de cuando en cuando aparecen a lo lejos. Bordeamos el océano atlántico de aguas turbias y aparentemente en calma hasta llegar a la frontera. Los puestos argentinos y chilenos están separados por unos dos kilómetros, dándose la espalda.
Ayer, cuando Ushuaia aún dormía, tomamos un autobús hacia la ciudad de Punta Arenas en Chile. Sería un viaje de doce horas atravesando toda Tierra del Fuego, dejando atrás las cumbres nevadas del Beagle, por unas planicies desoladas, tundras vacías y bajo nubes veloces. Un viento seco y frío asolaba el camino con rachas violentas. Ovejas, ovejas y más ovejas y algún gaucho a caballo llevando un rebaño de bueyes en las solitarias estancias que de cuando en cuando aparecen a lo lejos. Bordeamos el océano atlántico de aguas turbias y aparentemente en calma hasta llegar a la frontera. Los puestos argentinos y chilenos están separados por unos dos kilómetros, dándose la espalda.
Al cabo de unas horas, hipnotizados por la monotonía de un paisaje que daba la impresión de no avanzar nunca, llegamos al fin del camino. La isla terminaba frente a las aguas celestes del Estrecho de Magallanes, el mítico canal entre Atlántico y Pacífico. Un ferry surgido del horizonte avanzaba hacia el final de esta carretera, un extraño puerto sin pueblo entre campos minados. Nos montamos emocionados, cruzar este estrecho por el que han pasados navegantes, descubridores y piratas, es un placer de sagitarios, un momento en el que uno se siente hacer parte de la misma Geografía. Unos delfines blancos y negros nos saludaron entre acrobacias acuáticas. En apenas veinte minutos desembarcamos en la otra orilla, el extremo sur del continente americano.
Punta Arenas, capital de la Patagonia y la región antártica chilena, es una ciudad gris, casi militar, sin mucho encanto y tras doce horas de viaje, quedamos horrorizados. Teníamos previstos quedarnos unos días allí pero cambiamos rápidamente de planes. Nos metimos en una pensión espartana y nos fuimos corriendo hacia una estación de autobuses reservando para el día siguiente, hoy, un billete para Puerto Natales.
El viaje entre Punta Arenas y Puerto Natales es corto para las dimensiones de esta región, se hace en apenas tres horas. Puerto Natales está a orillas del fiordo Última Esperanza, nombre evocador para unos viajeros cansados. En un entorno límite y esperanzador, esta hermosa ciudad del comienzo de la Tierra nos ha encantado. Nubes, viento, casas de colores, calles rectas, gente muy gentil y hospitalaria, en poco espacio se mezcla modernidad y tradición, decidimos quedarnos. Hemos encontrado alojamiento en la casa de una señora mayor llamada Alicia, con vistas al fiordo, es una típica de metal y madera con su estufa y buenos edredones.
Esta parte de Chile sólo está comunicada por carretera con el resto del país a través de Argentina. Los habitantes de la región XII (Magallanes) tiene que cruzar dos veces la frontera para enlazarse con Santiago. La otra opción es en barco de mercancía que hace las veces de crucero, que una vez a la semana y en cuatro días y tres noches va a Puerto Montt recorriendo los fiordos, el campo de hielo y las decenas de miles de islas de la costa pacífica. Aceptan pasajeros, hay unos camarotes que parecen confortables, y dicen que es uno de los viajes más bonitos que se puede hacer en Patagonia. Ya tenemos billetes para el jueves... Cuesta trescientos euros en camarote compartido y pensión completa, charlas sobre geología, fauna y flora, documentales... En fin, un pequeño lujo que nos acabamos de regalar. Mañana, vamos a las Torres del Paine, un macizo montañoso enmarcado en parque nacional que era el principal objetivo de nuestra estancia en Chile.
Fiordo Última Esperanza (Puerto Natales)
4 comentarios:
No conozco Chile aun, pero si todo sale bien, para el mes de septiembre aprox estaré viajando para allí una semanita, así que quería ir viendo que lugares podría ir a conocer.
Tendré en cuenta entonces Magallanes, que por lo que veo me recuerda mucho a Puerto Iguazu, puede ser?
Bueno, espero en septiembre tener la oportunidad de estar allí y verificar esto personalmente :)
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