jueves, noviembre 23, 2006

Parque Nacional Torres del Paine - Puerto Natales (Chile)





En Puerto Natales el sol no termina nunca de ponerse, los atardeceres son lentos , las noches cortas y amanece tempranísimo. Ayer nos depertó un sol brillante y nos fuimos a primera hora hacia el Parque Nacional de las Torres del Paine. Es un macizo de montañas jóvenes de formas exuberantes y picos afilados rodeado por lagos y glaciares. Muy aislado, protegido y totalmente natural, ofrece unos paisajes grandiosos y vírgenes. Al no estar equipados para acampar y recorrerlo en su totalidad llevaría varios días de caminatas, optamos visitarlo en un sólo día con un guía y una furgoneta desde Puerto Natales, es una excursión larga y cansada pero lo que se ve es objetivamente hermoso. Para quien no tenga mucho tiempo es una solución válida. Allí el clima es muy cambiante, hay viento, nubes, lluvia, claros pero en esta época del año ya no hace tanto frío y se puede recorrer con cierta facilidad. No hay posibilidad de alojarse en el parque salvo en refugios o alguno de los hoteles del parque(carísimos y exclusivamente para privilegiados)
Las cumbres se elevan a la vertical, los lagos se comunican con cascadas, hay zorros, ñandues (avestruz americana), guanacos (llamas), el viento rompe el silencio con rachas súbitas, el glaciar Grey siembra de icebergs azules un lago blanquecino; es un paisaje épico, casi imposible.
En la Patagonia Chilena hemos encontrado lo que veníamos echando de menos en la parte argentina : es algo más auténtico, no está todo tan enfocado al turismo, es más rústico. También cabe resaltar que es bastante más caro, los precios son similares a los de España. Es más arduo moverse y conseguir llegar a los sitios, pero mucho más gratificante para el espíritu viajero que nos anima. La delgada línea que separa ambas patagonias es subjetiva; Argentina es más europea, femenina, Chile más amerindio, masculino.
Volvemos a repetir, que la gente de Puerto Natales es extremadamente amable. Siempre recordaremos a la Señora Alicia de nuestro hospedaje, y a las sonrientes y atentas camareras de la casa de comida "De Coleto", en la calle Bulnes (comidas caseras, a muy buen precio) Hoy nos nos marchamos no pudiendo dejar de sentir una cierta nostalgia por dejar este lugar que nos ha enamorado.



1.- Puerto Montt
2.- Castro
3.- Chaitén
4.- Puerto Chacabuco
5.- Coyhaique
6.- Laguna San Rafael
7.- Cochrane
8.- Puerto Edén
9.- Puerto Natales
10.- Punta Arenas


Esta noche nos embarcamos en el ferry "Magallanes" rumbo a Puerto Montt, mucho más al norte. Será una travesía de cuatro días por los fiordos patagónicos chilenos (véanse el mapa adjunto y el link de la compañía marítima Navimag) en los que no podremos llamar por teléfono ni conectarnos a internet.
Ps: Hospedaje Alicia. C/ Manuel Rodríguez 283 . Tel : (61) 412405. Puerto Natales. Pedir las habitaciones con vistas al fiordo. Precio /persona con desayuno : 6000 $ (9 €).






martes, noviembre 21, 2006

Magallanes (Chile)

Estrecho de Magallanes

Ayer, cuando Ushuaia aún dormía, tomamos un autobús hacia la ciudad de Punta Arenas en Chile. Sería un viaje de doce horas atravesando toda Tierra del Fuego, dejando atrás las cumbres nevadas del Beagle, por unas planicies desoladas, tundras vacías y bajo nubes veloces. Un viento seco y frío asolaba el camino con rachas violentas. Ovejas, ovejas y más ovejas y algún gaucho a caballo llevando un rebaño de bueyes en las solitarias estancias que de cuando en cuando aparecen a lo lejos. Bordeamos el océano atlántico de aguas turbias y aparentemente en calma hasta llegar a la frontera. Los puestos argentinos y chilenos están separados por unos dos kilómetros, dándose la espalda.
Al cabo de unas horas, hipnotizados por la monotonía de un paisaje que daba la impresión de no avanzar nunca, llegamos al fin del camino. La isla terminaba frente a las aguas celestes del Estrecho de Magallanes, el mítico canal entre Atlántico y Pacífico. Un ferry surgido del horizonte avanzaba hacia el final de esta carretera, un extraño puerto sin pueblo entre campos minados. Nos montamos emocionados, cruzar este estrecho por el que han pasados navegantes, descubridores y piratas, es un placer de sagitarios, un momento en el que uno se siente hacer parte de la misma Geografía. Unos delfines blancos y negros nos saludaron entre acrobacias acuáticas. En apenas veinte minutos desembarcamos en la otra orilla, el extremo sur del continente americano.
Punta Arenas, capital de la Patagonia y la región antártica chilena, es una ciudad gris, casi militar, sin mucho encanto y tras doce horas de viaje, quedamos horrorizados. Teníamos previstos quedarnos unos días allí pero cambiamos rápidamente de planes. Nos metimos en una pensión espartana y nos fuimos corriendo hacia una estación de autobuses reservando para el día siguiente, hoy, un billete para Puerto Natales.
El viaje entre Punta Arenas y Puerto Natales es corto para las dimensiones de esta región, se hace en apenas tres horas. Puerto Natales está a orillas del fiordo Última Esperanza, nombre evocador para unos viajeros cansados. En un entorno límite y esperanzador, esta hermosa ciudad del comienzo de la Tierra nos ha encantado. Nubes, viento, casas de colores, calles rectas, gente muy gentil y hospitalaria, en poco espacio se mezcla modernidad y tradición, decidimos quedarnos. Hemos encontrado alojamiento en la casa de una señora mayor llamada Alicia, con vistas al fiordo, es una típica de metal y madera con su estufa y buenos edredones.
Esta parte de Chile sólo está comunicada por carretera con el resto del país a través de Argentina. Los habitantes de la región XII (Magallanes) tiene que cruzar dos veces la frontera para enlazarse con Santiago. La otra opción es en barco de mercancía que hace las veces de crucero, que una vez a la semana y en cuatro días y tres noches va a Puerto Montt recorriendo los fiordos, el campo de hielo y las decenas de miles de islas de la costa pacífica. Aceptan pasajeros, hay unos camarotes que parecen confortables, y dicen que es uno de los viajes más bonitos que se puede hacer en Patagonia. Ya tenemos billetes para el jueves... Cuesta trescientos euros en camarote compartido y pensión completa, charlas sobre geología, fauna y flora, documentales... En fin, un pequeño lujo que nos acabamos de regalar. Mañana, vamos a las Torres del Paine, un macizo montañoso enmarcado en parque nacional que era el principal objetivo de nuestra estancia en Chile.
Fiordo Última Esperanza (Puerto Natales)

domingo, noviembre 19, 2006

Tierra del Fuego




Ushuaia en lengua Yámana significa "la bahía que mira al poniente", situada en el extremo sur de la isla de Tierra del Fuego, es un puerto que tiene algo más de cien años, fundado por pioneros que colonizaron esta última frontera hacia el Cabo de Hornos y el continente blanco. Rodeada por bosques y montañas nevadas, es un pueblo donde se concentran negocios, comercios y un buen número de hoteles, restaurantes y agencias. Tiene una arquitectura muy típica, casitas de colores, tejados metálicos a dos aguas y es la única base posible para explorar la región.
Después de un día de descanso, nos despertamos ayer con un día mucho más suave, las nubes eran altas y unos claros iluminaron la bahía. Las aguas metálicas, de mercurio, las cordilleras blancas envueltas en nubarrones, las vegetación densa y oscura salpicada de florecitas amarillas nos recoradaron que aquí también es la primavera , todo un cóctel cromático que nos transportó exacatamente donde estamos, al fin del mundo.
Subimos desde Ushuaia en taxi hasta la base del monte Martial donde nos adentramos caminando y subiendo en un valle hacia los restos de un glaciar. Respiramos un aire puro y vivificante contemplando desde lo alto toda la bahía y el canal Beagle. La línea de la vegetación es muy baja, no más de cuatrocientos metros de altitud y a partir de este punto una rocas negras se elevan en picos muy abruptos con lenguas de nieve. Protegidos por anoraks, gafas, bufandas y guantes, subimos hasta que se acabó el sendero, caminamos sobre la nieve hasta el circo donde desciende el glaciar. Es época de deshileo y se forman arroyos de aguas vivas. La nubes van y vienen, es precioso. Nos dio un buen subidón, nos sentimos energéticos y lejos, cada vez más lejos...
Volvimos al puerto para embarcarnos en un catamarán y navegar a lo largo del canal Beagle. Se trata de un brazo de mar que comunica el océano Pacífico con el Atlántico, aún más al sur que el estrecho de Magallanes. Separa las costas de Tierra de Fuego con la Isla Navarino perteneciente a Chile. Grandes claros nos acompañaron toda la travesía. Al este se divisan la cumbres de la península Darwin, la Isla Hoste, unas tierras deshabitas y vírgenes.
Arribamos primero a la Isla de Lobos, un islote donde conviven los cormoranes y una colonia de lobos marinos, unos grandes mamíferos parecidas a grandes focas, que dormían y bostezaban plácidamente en familia. El faro blanco y rojo de los Éclaireurs, custodia el Beagle sobre una roca, confundido a menudo con el Faro del Fin del Mundo que se encuentra mucho más lejos. En la costa argentina se pueden observar unos grupos de casas muy aislados, llamados estancias, donde familias de pescadores de centolla, mejillones y pastores de ovejas viven todo el año.
Mucho más adelante pasamos delante del auténtico pueblo más austral del mundo, Puerto Williams, en Chile, una base militar y de pescadores donde aún hay una reserva de mestizos Yámanas, en este lejano lúgar vive la última Yámana, una señora de más de ochenta años, testigo viviente de los primeros pobladores de Tierra de Fuego.
Tierra de Fuego toma su nombre porque los primeros navegante que se aventuraron tan al sur del continente americano observaron las grandes hogueras de los indígenas a lo largos de la costa. Vivían desnudos, recubiertos de grasa de foca para luchar contra la húmeda y el frío. Eran nómadas y recorrían los canales en baracazas de corteza. Aunque Darwin los consideró como seres inferiores, desarrolaron una cultura y una mitología sorprendente. Nos quedamos muy impactados al pasar delante de la Isla Gable, el guía nos contó que fue la tierra flotante donde se refugiaron los humanos y los animales tras un diluvio universal según las creencias de aquellos indios. Es un mito semejante al episodio bíblico del Arca de Noé. ¿Cómo es posible tanta correspondencia entre dos culturas separadas por el tiempo y los océanos?
Finalmente llegamos a una pequeña isla en la que habitan una colonia de pinguinos magallanicos porque están a salvo de sus depredadores marinos, como las orcas y los leopardos de mar que no se aventuran mucho por esta zona. Ahora es época de incubación y las parejas, fieles toda la vida, se turnan para dar calor a los huevos y protegerlos del ataque de un ave rapaz que sobrevuela constantemente la isla esperando el descuido de uno de los padres para darse un festín. Los jóvenes del año anterior que aún no pueden aparearse pueblan la playa. Es muy emocionante poder observarlos tan de cerca. Existe otra especie que ha llegado hace unos diez años desde la antartida, los pinguinos papúa, más grandes, con patas naranjas que se ha apropiado de una porción de tierra. Nos se llevan bien entre ellos aunque se les ve bastante pacíficos. No tienen miedo al hombre, es como si no nos vieran ni nos tienen en su instincto de protección por lo que se les puedes ver nadar, andar, tomar el sol. Una experiencia inolvidable.
Hoy contratamos un treking a la Laguna Esmeralda. Es un paseo de cinco horas, tierra adentro, a través de un valle, entre bosques patagónicos, realmente de una sola especie de árbol familia de las hayas. Eramos los dos con un guía muy parlanchín que nos llevó por los senderos ocultos que penetran en terrenos pantanosos. Hemos podido comprobar el desastre de las castoreras. Hace unas décadas trajeron castores de Canadá para aprovechar las pieles y comerciar el amizcle. Finalmente se abandonaron todos esos planes de negocios imposibles pero los castores se quedaron e invadieron todos los ríos y cursos de agua. De cincuenta pasaron a más de 150 000. Están provocando un impacto ecológicos sin nombre. Talan árboles para construir sus presas para hacer sus madrigueras. Destrozan hectáreas de bosque para protegerse de unos depredadores que no existen aquí ya que no hay osos, ni pumas... El gobierno intenta incentivar a los fueguinos para que los cazen, pero no tienen mentalidad de cazadores así que se han convertido en una tritse atracción turística más, a diario hay salidas nocturnas para avistarlos.
Mañana ya partimos hacia Chile, es un viaje de doce horas hasta Punta Arenas