martes, noviembre 14, 2006

Iguazú


Llegamos a la provincia de Misiones, en el norte de Argentina, tras unas 17 horas de autobús. Salimos de la estación de Buenos Aires al atardecer y nos metimos en un lujoso autobús de 2 pisos, con asientos anchos y confortables que se convierten en camas. Tuvimos un azafato, cattering a bordo, cena, desayuno, pantallas planas, refrescos, vino, intimidad, exactamente con si viajaramos en la primera de un avión. 36 euros para 1200 kms, y en estas condiciones, no nos lo creíamos.

Puerto Iguazú es una pequeña localidad fronteriza, a orillas de los ríos Paraná e Iguazú. Desde un punto de la ciudad, se divisan en las otras riberas a Brasil y Paraguay. (Foz do Iguaçu y Ciudad del Este) Es una región subtropical, de tierra rojiza, muy boscosa y rodeada por un verde intenso en esta época del año. Hace una temperatura ideal y tenemos la suerte de verlo todo bajo un potente sol y un cielo completamente azul. Es un campamento base agradable y tranquilo para descubrir las cataratas de Iguazú y los alrededores.
Hoy, a primera hora de la mañana, cogimos (tomamos aquí!!!) un autobús hacia el parque nacional. Teníamos contratada una excursión que nos llevó por la selva y que nos embarcó en una lancha para acceder a las caídas de agua río arriba. Es sobrecogedor, llegar al pié de las cataratas y avistarlas tal y como se las aparecieron a Álvar Núñez Cabeza de Vaca en 1542. Nos metieron debajo de una caída, nos mojamos entre gritos y risas hasta amarrar enfrente de la isla de San Martín, justo entre Brasil y Argentina.
Es un espectáculo difícil de describir, habíamos visto muchas fotos de este lugar, pero hasta que no estás allí y lo oyes, lo hueles, lo sientes, no te puedes hacer una idea de la magia de este paraje. Es para dar gracias de estar vivo y poder vivirlo, de tener ojos para contemplar estos colores. A primera vista el río es dócil y manso, se ensancha sobre una vasta extensión de varios kilómetros, formando una laguna enmarcada por una selva esmeralda, entre pájaros y mariposas multicolores; y de repente cae en picado unas decenas de metros formando una de las cataratas más hermosas del mundo. Miden unos 2 kilómetros de punta a punta.
Desde el lado argentino, se pueden contemplar a través de un recorrido de pasarelas y senderos ofreciendo distintas perspectivas, desde arriba, abajo y a través.
Como colofón, un tren lleva a los visitantes hasta la parte superior de río y después se llega caminando sobre un puente hasta la Garganta del Diablo que engulle las aguas con gran fuerza. Se te corta la respiración, el sol crea unos arcos iris perfectos en el vapor de agua. Es ensordecedor y brutal. Ninguna creación humana se puede asemejar a este espectáculo de la naturaleza. Es difícil no sentir una emoción casi mística.
Mañana nos vamos a ir bordeando la frontera con Paraguay, a orillas del río Paraná para ver las ruinas de la misión jesuítica de San Ignacio Miní. El jueves, antes de volar hacia Ushuaia, iremos a ver el lado brasileño de las cataratas.
Ps : el hotelito donde nos alojamos (Casa Blanca, ver el link) es muy recomedable, barato, limpio, seguro y tranquilo.



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